Si no puedes salir afuera, entra al interior

La pandemia nos está haciendo una invitación. Una invitación a encontrar un espacio interno que nos conecte de alguna manera, lo más similar posible, a lo que sentimos cuando estamos en contacto con la naturaleza. Una conexión espiritual, tanto con lo que nos rodea como también con nosotros mismos.

Esa emoción que tenemos en al aire libre, el sentirnos maravillados por la grandeza de la naturaleza que estamos observando y experimentando, que provocan una desconexión de la realidad y nos conecta con lo esencial, es una de las emociones que se reconocen dentro de una rama de la psicología, llamada “Psicólogia positiva”.

¿Te suena este nombre?

En  estos tiempos de pandemia, donde la vida al aire libre está paralizada, nos propone un desafío: ¿cómo podemos recuperar esos momentos de paz interna que sólo estando en la naturaleza somos capaces de sentir?

La psicología positiva hace un aporte importante, ya que hace énfasis en el bienestar de las personas. No se plantea como una “solución” a la enfermedad, sino el cómo podemos potenciar y desarrollar aún más el bienestar de cada persona.

Queremos llegar al máximo potencial de la persona, y eso es principalmente posible cuando ponemos el foco en aquello que nos hace sentir bien y nos produce emociones positivas, ya que incluso esto nos preparará de mejor manera para sortear los desafíos que nos plantea la vida.

Hemos sido entrenados para darle mayor importancia a las emociones negativas puesto que tuvieron un rol importante en la evolución del hombre, cuando éste vivía: el miedo, la angustia, la ira, generaban las respuestas necesarias para mantenernos con vida. Pero estos tiempos han cambiado y ahora más que nunca es necesario darle la importancia que tienen en nosotros las emociones positivas.

Entrenar nuestra mente para reconocerlas, apreciarlas y darles la importancia que tienen, es clave para lograr un bienestar real. Y aunque suene difícil, en realidad, es sólo cosa de observar con más cuidado lo que sentimos y vivimos día a día.

Algunas de las emociones positivas son la alegría, por ejemplo, que sientes cuando abrazas a alguien que quieres, recibes una buena noticia. Otra, que me parece muy  importante especialmente en este contexto, es la gratitud. Agradecer lo bueno que hay en tu vida, desde tener un techo sobre la cabeza, como la salud de quienes amas, o incluso, agradecer cuando alguien hace algo amable por ti. Y no es necesario profundizar mucho, quizás es tan simple como agradecer el café que te sirvieron o cuando alguien mantiene la puerta abierta para ti. La gratitud se practica y sólo hace falta abrir un poco los ojos para ver por tanto que tenemos que agradecer!

El sentir interés por algo, puede ser una serie, un libro, o lo que te mantenga atraído, también es una emoción positiva.

La esperanza, el sentir que quizás estamos viviendo lo peor pero saber que existe una luz al final del túnel. El orgullo, que uno siente cuando tú u alguien a quien amas, logra algo deseado (por ejemplo, una buena receta!).

Y el sentirse maravillado, la emoción de senitr que estas en presencia de algo asombroso, como cuando estamos frente al mar, en lo alto de un cerro, en medio del bosque, un atardecer o mirar las estrellas.

Ese sentimiento de calor en el pecho, de maravillarse, de conmoverse, que generalmente sentimos en la naturaleza, podemos lograrlo también desde la meditación. Y aquellos que intentamos establecer la meditación como parte de nuestro día a día, sabemos que también requiere de un entrenamiento.

Me gustaría recomendarles una meditación que utiliza el departamento de Psicología Positiva de la Universidad de Carolina del Norte, que se llama “meditación de amor benevolente” o de la “bondad amorosa” (Loving-kindness meditation), que nos conecta con la gratitud, el deseo de amor y tranquilidad, pero no enfocada en nosotros mismos sino hacia nuestra comunidad, e incluso, hacia la humanidad, que se hace tan necesaria en estos momentos donde hemos comprendido la importancia y efecto que cada uno de nosotros tiene en los otros.

Para esta meditación sólo necesitas memorizar cuatro frases, las que comparto en inglés y la traducción que personalmente he hecho de éstas.

“May you feel safe” – “Que te sientas a salvo”

“May you feel happy” – “Que te sientas feliz” o “Que sientas alegría”

“May you feel healthy” – “Que te sientas saludable”

“May you live with ease” – “Que vivas en amor y calma”

Lo importante es que te hagan sentido, que al decirlas te conectes con el poder de éstas palabras, por lo que te invito a hacer la traducción que a ti te haga más sentido. Por ejemplo, podrías decir “Que te sientas a salvo como en un abrazo” o, “Que sientas salud, energía y fuerza”. Insisto, lo más importante es que a ti te haga sentido y que pongas tu intención en estas palabras.

Siéntate cómodo y cierra los ojos, o manten tu mirada tranquila y calmada. Siente tus hombros relajados, los pies en el piso, conectado con la tierra. Las palmas de tus manos pueden estar en tus muslos o donde más te acomoden. Pon atención a las sensaciones de tu corazón. Nota cómo cada respiro lleva energía a tu corazón y le permite enviar oxígeno a todo tu cuerpo.

Visualiza a alguien por quien sientas amor, ternura. Puede ser tu pareja, un niño, incluso una mascota. Alguien en quien sólo pensar te haga sonreír. Deja que esa sonrisa aparezca en tu mente, piensa en sus buenas cualidades, que producen en ti sentimientos cálidos y bondadosos.

Y deséale esa seguridad, esa felicidad y amor mediante las frases que revisamos antes. Repítelas las veces que desees.

Luego dale la bienvenida al resto de las personas que desees en estos pensamientos. Incluso puedes desearlos a tu comunidad o a toda la humanidad.

A continuación, a modo de ejemplo, les dejamos un video de una "meditación de amor benevolente": 

Los invito a conectarse con lo esencial, con lo realmente importante, el amor y la bondad, de una manera diferente. Especialmente con la gratitud y con la esperanza. La naturaleza sí nos espera, habrá tiempo para caminar por el campo, por el bosque, sentir el aire frente al mar, observar y escuchar sus sonidos. Ya podremos sacudirnos este confinamiento. Por el momento, agradece, ama y confía.

Eileen Altman, psicóloga clínica 

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