La ruta hacia Machu Picchu

Ir a Perú es –sin lugar a duda– un viaje que te hará cerrar los ojos y abrir el corazón a una cultura que en medio de la modernidad y lo acelerados que corremos hacia el futuro, parece haber dejado algo de su historia detenida en el tiempo para mostrarse casi como fue a las futuras generaciones.

Esta vez la aventura fue hacia la cuna del Imperio Inca, Machu Picchu donde la magia pasa por sí sola y cualquier relato de experiencia sobre este destino queda corto y no cabe en la imaginación. Junto a dos grandes amigas fui a sumergirme en una cultura olvidada por muchos pero no por los peruanos, quienes admirablemente relatan como si fueran ellos mismos quienes vivieron lo que van contando.  

Machu Picchu. Esta ciudad fue construida por una de las civilizaciones más enigmáticas de América Latina, los Incas. Luego de más un siglo este imperio se desintegró sin dejar rastro de su historia. Fue recién en 1911 cuando se tuvieron los primeros registros de ser re descubierta y desde entonces representa un misterio para la ciencia y para la humanidad.

Atrás dejé Santiago y sus cumbres –lo que me hizo creer que estaba de lo más acostumbrada a la altura– para subir a la cuna del Imperio del Sol. En el aeropuerto de Cusco, un letrero advierte sobre un remedio contra el mal de altura, pero yo ni lo miré, confiada en los dulces de hoja de coca que llevé para usar en las altas ruinas de Machu Picchu, el fin de este tan esperado viaje. La falta de oxígeno en Cuzco se siente, la sensación de altura aquí, pensé, debe ser parecida a la de estar en la nieve en Santiago, más no. Esta sensación es diferente, aquí la altura parece estrujarte el cerebro, el corazón se acelera, cada paso es una “tortura” y nuestro hostal está justo después de una montaña de escaleras. Al menos es un pre calentamiento para el destino final. Con todo, Cusco, declarada en 1983 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, vale más que un buen dolor de cabeza. Aquí el tiempo se ha detenido, aunque la modernidad ha ido dejando sus inevitables huellas. Sí, porque esta ciudad de 420 mil habitantes, corazón del Imperio Inca, parece no olvidar esos días. Todo parece girar hasta el día de hoy en el inmenso Imperio Inca.

Día 1

El tour parte muy temprano, entre las 5:30 a 6:00 a.m, donde un bus te va a buscar hasta el hotel/hostal para partir rumbo al Valle Sagrado de los incas, Urubamba para llegar al famoso pueblo de Ollantaytambo a eso de las 8:30 am para hacer una pequeña parada para seguir durante una hora y media más hasta llegar al punto más alto de todo el recorrido, el paso abra Málaga ubicado a 4.300 metros de altura. Desde ese punto, parte el down hill en bicicleta con dirección a la selva baja. Durante el descenso se puede apreciar la inmensa selva peruana, los maravillosos paisajes y el cambio climático de la zona, deleitándonos por tres horas aprox. El destino final del descenso es el pueblo de Huamanmarca, donde nos espera un bus para llevarnos al desayuno buffet con comida típica de la zona. Luego el traslado es en bus hacia Santa María, donde se puede hacer rafting en el río Vilcanota, este tramo tiene una dificultad III – III+ (riesgo medio) con rápidos emocionantes y con algo de turbulencia pero todo controlado y supervisados por guías. Para cerrar el día, fuimos a otro pueblo, Santa Rosa, donde alojamos y comimos. Era el primer día y ya podíamos disfrutar de estar rodeadas de vegetación y acompañadas por el ambiente selváticos.

Día 2

Nos levantamos cerca de las 6:00 a.m. para ir a tomar  desayuno para luego continuar con la caminata que recorre parte del Camino Inca Tradicional. Este trayecto es imperdible. Un bus nos dejó en Hidroeléctricas para empezar a ver el primer tramo de paisaje selvático. Este tramo también se puede hacer en tren, pero es impactante hacerlo caminando y sentir el ruido de la selva. Uno se conecta con la flora y fauna del lugar, donde se ven y escuchan aves. Esta es la zona del Cusco, ceja de selva de la Amazonía, que cuenta con una de las más ricas áreas con diversidad biológica del planeta. Luego de una hora paramos en restorán para almorzar y seguir con la ruta cruzando por caídas de agua, riachuelos, plantaciones de frutas y árboles, hasta llegar a Aguas Calientes o Machupicchu Pueblo y por fin instalarnos en otro hostel, al llegar ahí nos dejaron un breve tiempo libre para después llevarnos a comer. También es posible disfrutar de las Baños Termales del pueblo por un precio adicional. Aguas Calientes es un pueblo lleno de vida, que a pesar de estar a los pies del sagrado Machu picchu, goza de toda la tecnología con la que vivimos.

Día 3

¡Por fin llegó el día más esperado! Nos levantamos a las  4 a.m.  para alistarnos y tomar un bus de 10 minutos aprox. –también se podía hacer caminando por unos escalones pero por la hora no vale la pena, ya que está todo oscuro y no se puede apreciar el paisaje– para llegar a la ciudadela inca de Machu Picchu. Lo mejor de levantarse temprano fue haber tenido la oportunidad de ver el amanecer en esta impactante maravilla del mundo. Al ingresar al lugar, nuestro guía quien nos iba explicando, durante una hora y media aprox, cada lugar, su significado y uso. El tiempo fue perfecto, a pesar de que nos había tocado un día anterior lluvioso, tuvimos la suerte apreciar Machu Picchu con sol, sin nubes y con el cielo recién “lavado”. Subimos tipo 8:30 am la Montaña Vieja, ya que los tickets para ascender Huaynapicchu estaban agotados, pero valió más que la pena, la recomiendo 1000%. Se asciende durante una hora y media aproximadamente para tener una vista panorámica de todo el valle. Es ahí cuando se entiende el porqué de la construcción de una ciudad a esa altura. Los incas podían controlar todo lo que pasaba a su alrededor desde las alturas. Además estaban a metros del cielo, lo que lo hace un lugar mega sagrado. La vista desde arriba es un espectacular paisaje y se ve a distancia el complejo arqueológico de Machu Picchu en su máxima expresión. Vale la pena el esfuerzo ya que el paisaje es indescriptible. Luego de tanta conexión y magia bajamos, agotadas,  al pueblo de Aguas Calientes para dar un último paseo por el pueblo, para luego tomar el tren de retorno hasta Ollantaytambo, lugar donde tomamos un último bus hacia nuestro hostal en Cusco.

Un viaje que todos debiesemos hacer alguna –si esque no más– vez en la vida

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